Esta pequeña tribuna, semioculta entre la oscura espesura de las palabras que caen en cascada por los bordes, es todo lo que puedo hacer para transmitir mis temores y pensamientos. Tal vez no lo suficientemente alto, ni fuerte. Pero es todo lo que alcanzo a hacer.
No puedo evitar que a la vista de los acontecimientos geopolíticos de los últimos años me invada cierta intranquilidad y nerviosismo. A mi cabeza acuden persistentemente los ecos del "Cuento de la criada" de Margaret Atwood:
"Confiamos en Dios"
- "el uso de las tarjetas de plástico favoreció que lo hicieran de repente[...]lo lamento este número no es válido[...]han congelado las cuentas de las mujeres[...]sólo tuvieron que tocar unos cuantos botones.Nos han desconectado[...]traspasarán tus cuentas al cliente varón más cercano.
-En ese momento culparon a los fanáticos islamistas. Suspendieron la constitución. Dijeron que sería algo transitorio. Ni siquiera había disturbios callejeros[...]Se instauro la censura a la prensa y se cerraron algunos periódicos por razones de seguridad [...]todo el mundo lo aprobó[...]era necesario.
- Dijeron que se celebrarían nuevas elecciones, que llevaría un tiempo prepararlas
- la vendedora del estanco fue sustituida por un hombre
- Os tengo que echar (dijo el jefe a las trabajadora), no es porque hayáis hecho nada malo, pero es la ley. Por favor marchaos lo antes posible [...]en el pasillo había homres de uniforme de pie, con ametralladoras [...] como marcianos incongruentes con el entorno
- las mujeres pasaron a depender de los hombres
- Las marchas de protesta se suspendieron cuando amenzaron con que la policia o el ejercito abriría fuego.
La sumisión a la religión, al sistema protector, el uso obligado de uniformes para diferenciar a las castas, el control económico.
Leedlo. Y mirad a vuestro alrededor. A mi me da miedo que con nuestro beneplacito cualquier grupo utilice nuestra democracia para instalar en su lugar, de forma legal y hasta consentida por muchos, un sistema de control, una dictadura o un falso sistema democrático
Y nuestros políticos no están a la altura de evitarlo, y muchos de ellos temo que estarían dispuestos a mirar hacia otro lado.
Siento incomodaros en sábado, pero el domingo es el día del señor...y no sé...